El Coronavirus contra la tradición japonesa
El nuevo COVID-19 o comúnmente conocido coronavirus colocó en jaque a toda la maquinaria comercial y el sector servicios, no solo de Japón sino del mundo. En el resto del mundo, los locales, restaurantes, el sector gastronómico en general y la industria no primordial tuvo que cerrar por lo menos un par de meses para poder frenar la escalada de contagios, que se propagaron por todo el planeta. En el caso del archipiélago nipón las cosas no han ido como se esperaban dentro del ámbito de las políticas públicas.
Recién el 9 de abril se estableció el estado de emergencia y el cierre de la mayoría de los comercios. Durante un mes y medio se cerró toda la industria gastronómica no esencial, varios restaurantes, izakaya, y bares típicos de Japón cerraron sus puertas para prevenir el contagio del Coronavirus, sin duda esto fue un golpe muy duro para los dueños de aquellos lugares que le dan la mística que conocemos del Japón en occidente. Los puestos de Ramen en Hakata ya no abren, las ferias culinarias de Hokkaido se suspendieron, los locales en Tokio y las principales ciudades cerraron, pero no así las deudas y arriendos, que presionan día a día a los locatarios, quienes desesperados pidieron ayuda al gobierno, teniendo que buscar en el “delivery” un salvavidas a sus deudas.
A su vez, los salones de pachinko o juegos de azar, han estado luchando codo a codo contra el Coronavirus, siendo un ejemplo para el mundo debido a que, pese a ser lugares cerrados (una de las causas del contagio masivo), mantienen códigos sanitarios adecuados, impidiendo un brote de contagios en las instalaciones. Pese a eso, el número de locales de pachinko ha disminuido desde marzo a la fecha, y decenas de locales que tenían más de 500 máquinas han ido a la quiebra. También los teatros no han abierto sus puertas desde que el gobierno japonés les sugirió por precaución no tener más obras en cartelera. Muchos teatros en Japón están cerrados desde el 26 de febrero, inclusive, perdiendo la industria más de 330 mil millones de yenes y más de 81000 eventos masivos suspendidos o cancelados, siendo un gran golpe a la industria del entretenimiento.
La respuesta del gobierno ante estos cierres y perdidas de patrimonio cultural fue ambigua, ni el gobierno central ni los gobiernos locales han tenido una respuesta satisfactoria. En un principio se sugirió el cierre de los centros de entretenimiento, pero no ha habido ayuda estatal para palear sus costos. Principalmente el argumento es que los impuestos no pueden (o no deberían) cubrir ese tipo de pérdidas. Recién a finales de abril se establecieron algunas políticas de subsidios estatales para los pequeños propietarios y las cooperativas de ahorro y crédito bajaron sus exigencias para otorgar créditos a las personas que estaban manteniendo negocios culinarios y de entretenimiento. Aun así, la inseguridad económica persiste por los nuevos brotes ya que la mayoría de la actividad comercial y económica se basa en pymes y pequeñas empresas.
Esta pandemia, sin duda, va a re-pensar el concepto de Cool Japan y la industria no convencional japonesa, ya que la quiebra y cierre de los comercios más tradicionales de Japón, de esos que en occidente se idealiza y admira, sin un salvataje estatal y sin aumentar el exiguo gasto actual del PIB en este tipo de industria, harían peligrar la confianza del Japan Trading Brand en desmedro de sus principales competidores. La política pública de incentivo al turismo interno, llamada de go to travel, impulsada a mediados de julio por el gobierno japonés, es un buen primer camino para frenar en parte la desesperación de los pequeños comercios, servicios y teatros, pudiendo dar recursos frescos a estos emprendimientos que tanto lo necesitan e incentivando el consumo interno, aun así, el Coronavirus dio un golpe directo a estos tipos de establecimientos, obligando a cambiar toda la perspectiva de la llamada cultura tradicional del Japón durante los próximos años.
Comentarios
Publicar un comentario